
Cuantas historias puedes esconderse tras cuatro paredes, bebidas, comidas, y una barra por el medio entre un camarero y clientes.
El bar de siempre, clientes, habituales, distintos días. Mi bar, se llama “el corazón”, ¿por qué? todo empezó el día, que alquiler el local, la primera noche, donde aun mantenía el nombre del antiguo dueño pues aún no tenía idea del nombre que poner aquel rincón, donde muchos tomaban café, otros intentaban huir de la rutina...
Un hombre extraño, que no había visto nunca, entro por las puertas un miércoles por la noche, nadie lo conocía pues era nuevo en el lugar, se acababa de mudar a las afueras, y quería un descanso de tanto trabajo. por otro lado, una mujer estaba sentado en uno de esos tamboretes desgastados, justo al lado del hombre misterioso, ella, la reina de los secretos, pues era la que siempre había aguantado sobria todas las noches, conocía todos los secretos, heridas, dudas o inseguridades de cada uno de los clientes, pero ahora había uno que no sabía nada... Me miro con cara extrañada esperando que yo tuviera la respuesta que anhelaba, así que sin más le miro, e intento hablar con él, el intentaba evadir la conversación.
Poco a poco la cosa fue cambiando, el bar de una tarde paso a ser el bar de la noche donde todo cambia a sentimientos y embriagadez.
Algunos buscaban una copa para aguantar sus problemas, una copa de consuelo para sus tristezas, otros buscaban la copa de la diversión donde poder reír y pasar un buen momento, otros buscaban poder olvidar su ira entre alcohol y juegos en el futbolín.
Pero ese día nada de eso ocurrió, pues aquel hombre misterioso, envolvió la esencia del lugar con su misterio, todos poniendo el freno en sus vidas o caos, para poder admirar y cuestionar el oasis que acaba de encontrar por la puerta...
Pero aqui es donde entro yo, y mi poder, tengo el poder escuchar, y que todos acaben deshojándose con la persona que esta tras la barra, entonces le pregunte algo caliente o fuerte, me miro y pude ver su alma herida a través de sus ojos, cogí un vaso hielo, y algo potente, se le ofrecí, y le mire, quieres contarme algo, a veces con esa frase ya es suficiente para empezar...
Me dijo que no, bebió y me pidió otra, cuando se la ofrecí, le mire, creo que necesitas desahogarte, eso ayuda, aunque no lo parezca, el me miro, y abrió su corazón, nunca escuche tanto dolor en una sola persona, que injusta había sido la vida, su dolor envolvió aquel lugar de una manera única, pues todos a pesar de sus problemas prestaron atención y le apoyaron a pesar de no conocerlo. Los demás se unieron, y las palabras fluían como el licor en las copas, todo se envolvió en sentimientos, de dolor, tristeza, alegría, esperanza, perdidas, pocos eran los éxitos nombrados...
La noche siguió entre risas, lagrimas chilidos o cantos dependiendo los oídos que escuchase esas canciones improvisadas... Sin embargo, la noche no dura eternamente, y el sol empezaba a brillar por las ventanas iluminando cada pedacito de aquel rincón, pero ese hombre misterioso que se abrió a personas desconocidas, por un momento miro a su alrededor, y vio que no sabia equivocado al ver la luz del faro, la chispa de inspiración para sus versos, entonces se levantó, ahora lo entiendo, este es el refugio de los corazones heridos, solitarios, el lugar idóneo para la mejor terapia que pueda haber, el mejor escenario de encuentros inesperados, las cuatro paredes son testigos de los silencios ruidosos o de las vidas que se entrelazan en este lugar, donde lo que menos se pronuncia es lo que más se siente..
Me miro, se acercó a mí, me agradeció por haber preguntado y todo lo que había pasado, ya que el llego en mitad de la soledad de una noche, y amaneció rodeado de personas con las que encontrar consuelo y compañía, pero que el nombre debía cambiarlo, pues aquel rincón era más un faro o un corazón donde todo se podía sentir, el latir de cada uno de los que pasaban por ahí, o la luz que alguien desea encontrar en su naufragio.
Entonces cuando el silencio volvió a esas 4 paredes, mire a mi alrededor, y observe el nombre, aquel día tuve la epifanía, no tenía mucha luz así faro no me convencía pero corazón, eso sí, pues este rincón es el latir del pueblo donde me encuentro, lo que hace se sienta, a su propio sentir, donde todos los latidos, emociones y sentimientos son bienvenidos...
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