El bien o el mal. Cerebro o corazón. Ir o no ir. Blanco o negro. El ying o el yang. El equilibrio es justo el punto en medio, ese o que separa la elección, la estabilidad de uno mismo, si ser sincero o correcto, si ser cobarde o valiente... El camino es una cuerda floja donde mantener el equilibrio funambulista en tu interior donde ambos tiran fuerte para cada lado. Izquierda y derecha y tu queriendo ir por aquella cuerda, ese filo donde se siente toda la agitación, y al fin, cuando ya no aguantes más, escoger un lado donde parar a descansar o a disfrutar. Para lanzarte sin saber si la caída será amortiguada o si la ostia será inminente.
Hay momentos en que te toca decidir, elegir. Hacerlo de corazón es la lección más segura que puedo tomar, para no arrepentirme o quedarme con la duda de la curiosidad.

Siempre he pensado en aquel “y si...” como un tormento de suposiciones que pude llegar a ocurrir...
Actuar de manera instintiva, acto reflejo de los sentimientos.
La razón o también llamado cerebro, al principio creía que ahí encontraría la sabiduría, pero nada de eso, la sociedad, y la educación, nos han enseñado que solo sirve para retener información, basura, consejos vacíos, sin embargo, la ciencia nos muestra que simplemente es un órgano, y por ello actúa, ante todo, no deja de funcionar, una función creada des del subconsciente.
¿Cómo mantener el equilibrio entre lo que piensas y lo que sientes?
Simplemente, tus emociones a veces actúan por ti, y a veces engañan a los demás, la tristeza puede proyectarse entre carcajadas o entre gritos, ni la alegría ni la ira forman parte de ello.
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