Varios son los tiempos, entre ellos están, pasado, presente y futuro y todas sus complejidades. Pero lo peor es estar en un presente sin ver lo que hay, tan solo pensando en un pasado que ya fue o un futuro incierto que nadie sabe lo que va a venir. Perdiendo quizá el presente que tengo enfrente.
El tiempo es relativo, he intentado expresarlo, pero aún sigo sin saber cómo definirlo, lo que siento cuando el tiempo avanza o se detiene; es como un tic tac constante que te repite cada momento, el cual se convierte en un tormento y desesperación, como una maldición, y aunque me sienta en modo pausa el mundo sigue avanzando tan rápido que no percibo como ha pasado.

Tiempo que se da prisa y corre, vuela, y nosotros programados como sims para hacer ciertas cosas cotidianas, como despertarse, lavarse la cara, los dientes y mear. Algo tan sencillo como sentir tus manos resbalarse con el tiempo, donde llegará el día que seremos olvidados. La vida sigue a pesar de todo. Absolutamente todo, da igual lo que hagas el tiempo avanza y con un simple pestañeo ya has pasado media vida, y lo único que inviertes son instantes determinados en ti, en tu vida, en tu camino, marcado con tiempo, alguno vivido y otro sufrido.
El tiempo tiene un gran poder, y en verdad siempre tiene la misma velocidad, pero de pende lo hagas ira más rápido o más despacio. La perspectiva del tiempo la pone cada uno. Hay momentos que los vives junto a otras personas y aunque sea el mismo instante algunos lo verán lento y otros ni lo verán que ya habrá pasado.
Ayer estaba jugando en el patio del recreo y hoy he dejado a mi hijo al colegio para que juegue y aprenda, explore y se socialice y viva aventuras que solo en el patio del recreo se pueden sentir.
Ayer estaba empezando con ilusión el instituto, hoy trabajo, una rutina similar pero distinta. Pues el tiempo no espera a nadie y juega en nuestra contra.
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