Sigo siendo una niña cuando hablamos de sueños, constantemente estoy soñando con aquello que quiero ser o vivir.
Es más que un sueño, es un objetivo, mi meta a llegar. Al día de hoy he cumplido casi todos mis sueños, y sigo soñando, porque hay tanto con lo que hacer y ser.
Pero algunos sueños se sienten en lo más profundo del corazón, esa ilusión por la cual invertimos tantas horas, sacrificamos tanto y aún después de fracasar, nos levantamos, cambiamos el plan, para poder conseguir ese momento efímero que te llena de vida y felicidad, aunque sea tan solo un instante, un fugaz momento.

La palabra sueño, tiene cinco letras, pero en esas pocas letras se guarda un sinfín de imaginables aventuras y propósitos. Un camino por recorrer, difícil y llena de sensaciones que experimentar.
Y a pesar que mis sueños deambulan ante mis ojos y puedo incluso creer que los acaricio. No puedo permitir que esa ilusión interrumpa mi camino, no puedo vivir bajo una ilusión, quizá incluso un delirio. Y a pesar de soñar despierta, mas del que sueño dormida, también hay sueños que ni quiero ni puedo imaginar, pero quiero sentir.
No es solo una meta, no es solo objetivo, es mi esencia en plenitud de le soy, lo que quiero ser, lo que anhelo y deseo. Es simplemente mi sueño, o mis sueños, queriéndose hacer realidad, y no para dejar huella, sino para saciar un alma llena de sueños inventados por mis sentimientos, por mis pensamientos, o quizá simplemente, por ilusión. Como un niño abriendo un regalo de navidad deseando que sea lo que tanto esperaba.
Como una mujer que su sueño simplemente es quedarse embarazada y después tantas luchas por fin lo consigue. Después de tanto dolor. Tantos años… No es para un mundo mejor, es para mi mundo sea tal y como deseo.
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