-He preguntado si lo entiendes. Responde- dices con autoridad.
-Si - pronuncio entre suspiros
-Si, ¿qué? - dices azotándome nuevamente, pero con más fuerza. Cosa que me hace
moverme y gritar, pero me agarras con firmeza de mi cadera para que no me mueva y
eso, eso ya es demasiado, esa sensación, me puede.
-Sí, lo entiendo Sr. lobo. Obedeceré. -Pronunció quedándome sin aire. Jadeando y
excitada.
Tu mano se acerca a mi pelo y tiras con fuerza, haciéndome incorporarme y puedo
sentir tu miembro rozando mi entre pierna. Te deseo dentro de mí. Quiero rogarte que
me la claves, que me la metas, pero prefiero no decir más, prefiero ser obediente, tu otra
mano suelta el cinturón y recorre toda mi espalda, tiras del pelo nuevamente, y tu mano
en mi espalda se desliza hasta mis pechos los aprietas, con ganas, con deseo, la
respiración se me agita cada vez más, ya no puedo controlarla, lo puedes sentir, puedes
sentir mi respiración acelerada. Te quedas retorciendo mis pezones con tus dedos, se me
ponen duros al tacto de tus yemas. Tiras de ellos, ahora soy yo quien puede sentir tu
respiración agitada, mi respiración, tu respiración, se funden con nuestros cuerpos
rozarse entre ellos.
Tus manos vuelves a mi cadera y la aprietas al unísono con tu cadera. Tu polla se
desliza por mi húmeda entrepierna. Entre los labios de mi coño. Mis mejillas se
empiezan a sonrojarse.
-Sé que lo deseas tanto como yo pajarito. Tócate, quiero verlo, sentirlo. – Tu voz, me
enloquece. Mis manos se dirigen a mí entre pierna, puedo sentir tu miembro entre mis
labios húmedos, pongo dos de mis dedos en el clítoris donde se encuentra también el
capullo de tu polla. Empiezo rozándolo, moviendo mis dedos, lo notas, tu miembro lo
nota, me gusta sentirme así, tan guarra contigo.
-Para, ahora acaríciame los huevos. – En esa misma postura, inclinándome un poco
hacia delante, dejo de rozarme el clítoris. Y sigo la longitud de tu miembro buscando tus
huevos. Los acaricio con mis manos. Juego con ellos, y puedo sentir como te gusta.
-Te deseo pajarito. Me pones mucho. No pares.- pronuncias entre jadeos.
Sigo jugando con tus pelotas, con mis manos, los muevo, los acaricio.
-Escupe en tu mano y lubrica mis huevos. – Vale definitivamente me vuelves loca. Mis
manos lentamente pasan por todo tu miembro, me los acerco a mi boca, dejando mi
saliva en ellos. Vuelvo a buscar tu miembro, bajando por la base con mi mano húmeda,
llagando a los huevos a los que impregno toda la saliva de mi mano en ellos. Ahora es
más placentero jugar, acariciarlos, manosearlos…
Después de varios minutos disfrutando de tus órdenes… Me gusta sentir como me
ordenas, tu autoridad, tu cuerpo. Me gusta provocarte, excitarte y que tú lo hagas
conmigo.
-Gírate y ábrete de piernas para mí. - Me muevo, me tumbo en ese suelo, algo frío, y
abro mis piernas. Delante de ti.
-Tócate- Quiero gritar que me toques tú, pero sé que forma parte de mi castigo, que me
toques es un privilegio que ahora no puedo sentir. Mis manos se dirigen a mi coño ya
empapado, puedo sentir esas bolas, o canicas dentro de mí, me acaricio el clítoris, y mi
mirada muestra lo cachonda que estoy. Siento como me hacen vibrar dentro de mí,
como si eclosionarán entre ellas, que placer…

-No dejes que se salgan las bolas pajarito, las quiero dentro. – “¿Y eso como lo hago
yo?”, pienso, intento contraer mis músculos vaginales. No quiero que salgan, pero estoy
demasiada empapada para poder evitar. Dejo de acariciarme el clítoris y me dirijo al
puñetero agujero, puedo rozar esa bola con mis dedos, meto mis dedos empujando las
canicas, las meto y me arqueo al sentirlas adentrándose, mis dedos, la presión de ellos, y
tu mirada lujuriosa en mí. Creo que no puedes estremecerme más… Vuelves a coger el
cinturón y ahora me azotas mis muslos, lo que hace que cierre mis piernas al mismo
tiempo de gritar de dolor, y me quede sin respiración, tensa… Con mirada de
corderito…
-Te lo perdono, por esta vez, abre las piernas pajarito. – dices con una mirada desafiante
pero atractiva. Obedezco, abro las piernas…
-Sigue tocándote, vamos pajarito- No puedo pronunciar palabra… Obedezco, con mis
manos atadas vuelvo a rozarme el clítoris y todo mi coño húmedo. Puedes ver mis
pechos apretado entre mis brazos. Otra vez levantas el cinturón. Me pongo tensa al
verlo…
Zas, otro azote más en mis muslos. Quise cerrarlos, pero no debo. Aguanto, me duele y
me excita al mismo tiempo, ¿Cómo es posible esa sensación?
Me sigues dando dos veces más.
-Duele- pronuncio excitada y dolorida entre gritos que no sabría decir si son más de
dolor o de excitación o una fusión de ambas. Mis muslos ya están rojizos, con alguna
marca de ese cinturón… de tu cinturón.
-Es tu castigo pajarito. Así aprenderás quién tiene el control. ¿Además, no era lo que
deseabas, no era está tu fantasía? – Pronuncias con una sonrisa lujuriosa y me
estremezco, la piel se me pone de gallina. Después de varios azotes más. Paras, me
miras, sonríes.
Dejas el cinturón y acercas tu mano en mi entrepierna.
-Estás muy mojada pajarito, me gusta- Pronuncias mientras puedo sentirlo, te gusta
tener el control, de todo, de mí, de mi cuerpo, de lo que me haces sentir, de
estremecerme, de excitarme de tal manera que puedas acariciar la locura con tu piel, tus
manos, con tus ojos y tus oídos, con todos los sentidos… Y puedo ver, sentir, lo
cachondo que estás, yo estaré empapada pero tú, tú estas como un lobo, salvaje e
impredecible.
En ese momento ya puedo sentir como tu autocontrol lo estás perdiendo. Estás tan
excitado como yo.
-Está bien, pajarito. Pero tu castigo no acabará aquí. –
¿Cómo que no acabara aquí? Eso me intriga, me asusta y me excita al mismo compás…
Pones tus dedos dentro de mí sacando la primera canica. Es plateada, vuelves introducir
tus dedos y buscas, mientras con tu otra mano encima de mi pecho y la otra buscando en
mi interior, ese momento, es tan intenso, tan difícil de expresar, esto me hace
estremecerme. Hasta que al fin la sacas, es igual a la primera. Las llamo canicas, pero su
grandeza no es a las típicas de las canicas…
Te incorporas, encima de mí, me miras sonriendo….
-No vuelvas a provocarme. No seré tan bueno la próxima vez, ahora saca la lengua y
limpia las bolas. -Dios mío, tus palabras, tu cuerpo encima del mío, el momento, qué
tensión. Coges una de las canicas plateadas, saco la lengua y la deslizo por la bola que
tienes cogida con dos de tus dedos, sigues mirándome, tus ojos de lobo parecen de lobo
hambriento, desafiante, dominante... Al momento apartas la bola y nos besamos
apasionadamente. Me miras, te estoy mirando, pero no sé si podré seguir manteniendo
la mirada con firmeza o seguridad ante ti... Y tu miembro entra dentro de mí de manera
agresiva, hasta el fondo. Puedes sentir tu miembro apretado por mis músculos, mi
mirada desesperada y cachonda… Y tu agresividad, tu mano se dirige a mi cuello. De
repente una embestida sin compasión, pero excitante. Otra, puedo sentirte dentro de mí
y esto va más allá de la excitación… Siento que parezco una perra encelo, y tú, el único
que puede aliviarlo o avivarlo hasta este punto… No te detienes, sigues penetrándome
una y otra y otra vez, con tu mano en mi cuello y la otra en uno de mis pechos. Mis
manos no sé donde ponerlas, quiero acariciarte la espalda pero las tengo atadas, siguen
ahí, en el mismo sitio entre tu abdomen y el mío, pero en ese momento sin parar te
incorporas cogiendo mis manos y llevándolos hacia arriba contra aquel suelo
cogiéndolos con firmeza.
En cada embestida siento un calambre que recorre todo mi ser... Vuelves a incorporarte
poniendo tu mano atrás de mí, dándome la vuelta, ahora estoy encima, tus manos en mi
cadera haciendo el movimiento, así que no lo pienso, solo siento y empiezo a moverme
tal y como lo deseas. Una de tus manos en mi espalda y la otra en mis pechos, empiezas
manoseándolo, besándolos y pellizcando el pezón, pero ahora duros y pronunciados, los
pellizcas con tus dientes, los muerdes con fuerza, esta sensación, dios que placer…
Siento que no aguanto más… Empiezo a gemir, de placer… Vuelvo a sentir ese
hormigueo recorrer por todo mi ser, el punto de mayor tensión, el clímax. Mis mejillas
se sonrojan, mi mirada lo expresa con claridad, y puedes sentir en cada contracción de
cada músculo. Entonces unos rayos de sol invaden la sala donde estábamos…
Iluminando tu rostro, tus ojos, ese momento… Haciéndolo más que mágico, idílico.
En ese momento sacas tu miembro de mi interior y con una mano empiezas a
masturbarte haciéndote correr encima de ti. Me encanto poder verte tan excitado, tan
lujurioso, ver tu mirada al estallar de placer y escuchar tus jadeos.
Me quedé mirándote esperando que me lo pidieses, ya no soy la misma que entro en esa
fiesta, aunque aún tengo mucho que provocarte…
Sonríes, y yo no dejo de morderme el labio mientras te miro con ganas de…
-Límpiame pajarito- Sabes que eso me encanta, y lo estaba deseando. Me incorporo
sacando mi lengua y empiezo a lamerte toda tu corrida, tragándomela, deleitando tú
sabor, y luego meto tu miembro, en mi boca, con deseo, con ganas comiéndomela,
limpiándola, saboreándola… Tu miembro, caliente, es tan excitante...
Después, de todo, llegamos a la cumbre del placer. Te acercas, me quitas el collar y las
esposas y me besas apasionadamente...
-Me ha gustado pajarito- dices con tus labios aun cerca de los míos. Sentir esas palabras
fue el suspiro más deseado, eso fue lo que consiguió que todo lo sentido mereciese la
pena... Además de haber sido una maravillosa locura, difícil de describir.
Me levanté.
Me acercas la mano y subimos al piso de arriba mis tacones se escuchaban al andar
Entramos en la habitación, la misma habitación, la de la izquierda. Abres la puerta de
dentro de la habitación...
-Dúchate pajarito- Pronuncias y tu voz se percibe más calmada…
Asiento con la cabeza y entro en la ducha, y al voltear no estas, me adentro en el agua,
mojándome entera, mi rostro, esa sensación de paz, de relajarme, de aliviar mi piel,
hasta que vuelvo a sentirte, estas de atrás de mí. Eso me inquieta, pero en un buen
sentido. Volteo mi mirada y puedo ver como admiras y miras mis glúteos aun rojizos…
Yo ya estaba terminando de ducharme.
Y vuelvo a sentir ese ruido, las canicas moviéndose en tus manos... Es verdad, me dijo
que no había terminado mi castigo… Sigo de espaldas, mirando la pared de la ducha,
siento que mi corazón vuelve acelerarse debocado de nuevo… Pero no quiero mostrarte
que me estas alterando, acariciándome todo mi cuerpo con mis manos, con el agua
intentando no dejar rastro alguno del jabón.
-Separa las piernas pajarito. Quiero que las lleves dentro... – Me quedó quita, y separo
las piernas te acercas más, una de tus manos se ponen en mi cadera, dando claro que
quieres, que me incorpore un poco, lo hago sin pestañear, sin pensar, vuelvo a sentir
esos nervios de golpe, pero no es una serpiente revolotear, es una anaconda que recorre
mi ser… Pones una de tus manos encima de uno de mis hombres y con las que tienes las
canicas, dejo de sentir su sinfonía, con dos de tus dedos rozas mi clítoris, y adentras uno
de tus dedos, si sigo empapada, sacas tu dedo, y siento como la introduces dentro de mí,
ya está dentro, no me muevo, pero entonces introduces la otra y con uno de tus dedos
las empujas dentro… Me tiemblan las piernas…
Vuelves a estremecerme en menos de una fracción de segundo... Es surrealista lo que
consigues haciéndome sentir… Momentos después te adentras dentro de la ducha, y yo
me pongo a un lado, ya he terminado.
Empiezas a refrescarte y no puedo apartar la mirada, de tu rostro, de tu cuerpo
mojándose, las gotas deslizándose por tu cuerpo, por tu miembro. Me quedo embobada
mirándote...
Levanto la vista y veo que me miras. Me pongo nerviosa y no sé qué hacer ni dónde
mirar. No sé si salir de ahí o no, si seguir mirándote. Mis piernas no dejan de temblar y
empiezo a sonrojarme. Pero me decido por salir, no tardas mucho en salir y me ofreces
una toalla y me seco. Me das un jersey de manga corta, me lo pongo.
Y te sigo cuál perrita con su dueño... Estás tan guapo, con esos pantalones, eres la
perfección, como si hubieras sido moldeado por ser un dios.
Bajamos al piso de arriba. Enciendes la televisión y coges algo para beber. Yo me dirijo
al bolso que aún está en la mesita, miro el reloj. Madre mía son las 7 y media de la
mañana. He perdido la noción del tiempo… me dirijo a la ventana y puedo ver el sol
iluminando los árboles, es hermoso. Pongo mi mano en el pomo, y salgo en aquel
porche donde todo empezó. Te acercas te pones a mi lado... y me ves viendo ese
amanecer que se refleja en mis ojos.
-Vamos ven pajarito, ¿o quieres irte?
- ¿Quieres que me vaya? – pregunto por si debería irme... Si fuera por mí me quedaría
aquí para sentirte una y otra vez, para que me tuvieras para saciarte, para provocarte,
para lo que quisieras o desearas…
-Solo si tú quieres... – pronuncias como dejándome elegir, se puede, puedo elegir,
entonces me quedo, vuelvo entrar en la casa, una vez entro, sujeto la puerta, te miro, te
espero, sonríes y entras, y te vuelvo a seguir… Te sientas en el sofá y yo no lo pienso,
me siento a tu lado.
No sé qué debo decir en este momento, solo puedo perderme con tu aroma, tu presencia
y tu mirada de lobo que desde luego me tiene enloquecida. Siento que mi entrepierna
vuelvo a pronunciarse, me siento húmeda. Es verdad se me había olvidado, vuelvo a
sentir esas canicas moverse dentro de mí…
Sentada, en aquel sofá puedo sentir calambres palpitando, tu mirada, el silencio, las
canicas, ¿hay algo que tú no puedas hacer de manera intensa?, ¿qué más puede pasar?
Me pregunto, miles de pensamientos, sensaciones que me invaden, me acaricias la mano
y me la agarras con firmeza... Es como si pudieras leerme la mente…
-No estés tensa, relájate, se tu misma pajarito, ¿o me tienes miedo? - Sonrió, miedo, sí,
estoy aterrada, por todo lo que me has hecho sentir, por lo que me estás haciendo
sentir… Realmente eres un lobo, no tienen miedo, infringen miedo, como tú, pero es un
miedo que da gusto sentir, y tú, no solo tienes ese poder, lo tienes todo el poder, de mí,
de mi cuerpo, de mis fantasías o deseos... Sin embargo, no puedo evitar sonreír...
-No, no te tengo miedo sr lobo, quiero más... hazme lo que quieras, pídeme lo que
desees... - pronuncio con bastante seguridad, lo puedes ver en mi mirada, pero mis
palabras te hicieron sacar la sonrisa más bonita con algún punto de misterio, ¿te ríes de
mis palabras, de mis intenciones o es que aún hay más? Vale esto me está poniendo
nerviosa y vuelvo a morderme los labios sin apartar la mirada... Pero siento que flaqueo
quiero desviar mi mirada, aguanta, pienso, pero al momento soy tan débil que desvió
mis ojos hacia un lado y vuelvo a mirarte, es como si la timidez se apoderase de mis
momentos de atrevimiento y tú eres el causante de ello...
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