Bajo la mirada del Sr. Lobo parte 3

Publicado el 5 de diciembre de 2024, 18:07

Acercas tu mano a la cadena y te levantas…
-Ponte de pie- pronuncias con demasiada autoridad. Te miro desde abajo agachada, sin
pronunciar palabra me pongo de pie.
-Pon tus manos sobre el reposa cabezas del sillón- Dices sin apartar tu mirada con tus
ojos impregnados de lujuria.
Esto me está estremeciendo demasiado… Suspiras mientras miras mi cuerpo… Y
vuelves azotarme con ese azotador los glúteos, una y otra vez. Cada vez que me atizas
grito sin cesar… Mis glúteos empiezas a ponerse rosas, y eso te gusta, puedo sentirlo.
Tu mano deja caer por mi espalda la cadena que aún sujetabas, y sin parar de golpear mi
culo, tu otra mano se acerca a mis pechos me los agarras con fuerza y empiezas a
pellizcarme los pezones. Se ponen duros al instante. Cada vez aumentas más el nivel en
mi culo, con más fuerza, más agresividad, empieza a dolerme se me entrecorta la
respiración, está cambiando su color a rojo. No puedo evitar moverme en cada azote, y
gritar al mismo tiempo. Sonríes. Y yo no dejo de temblar.
Lanzas el azotador a un lado del suelo, cerca de los pies. No dejo de mirarte, y ver cómo
me miras, como me devoras y tu cuerpo, tu mano, toda tu esencia es tan dominante que
esto, me excita a lo inimaginable.
-Abre las piernas pajarito- Antes de que pudiera ni siquiera terminar la palabra mi
cuerpo reacciona a sus órdenes.
Con esa mano, rozas mi coño húmedo, te gusta notarlo empapado. Te gusta tenerme así.
Al momento tu mano vuelve a mi culo y ahora me azotas con la palma de tu mano,
¿quieres sentir mi piel? No dejas de estremecerme…
-Eres mi putita, ¿A que sí? – Dices mirándome con tus ojos de lobo.
¿Cómo resistirme a esto? Mientras me sigues atizando, y con la otra mano coges la
cadena en señal de tener poder, y lo tienes, tienes todo el poder, todo el control sobre
mí…
-Si- pronuncie entre jadeos. Así, lo quiero, así lo siento y lo deseo.
Estiras de mis pezones…. No puedo más, me está gustando demasiado… Ya no tengo
palabras para pronunciar estas sensaciones que provocas en mi ser. Puedes ver mi cara,
estoy cachonda y deseosa.
- ¿Puedes aguantar más?
-No mucho, pero tú mandas. – Pronuncio entre sollozos. Al decir estas palabras tu
mirada, habla por sí sola.
Quitas la mano de mi pecho, y paras un momento, con las dos manos te vuelves a quitar
ese cinturón y lo pones en mi boca, lo atas…
-Si tienes ganas de gritar, muérdelo. - Pronuncias y vuelves azotarme con la palma de tu
mano sin parar. Esto no deja de excitarme, de cómo me tienes… Mi culo, mi culo está
tan rojo… Puedo sentirlo….
Vuelves azotarme una y otra vez hasta que ves que al fin estoy conteniéndome mis
gritos mordiendo ese cinturón. Entonces paras.
Me miras, me quitas el cinturón.
-Buena chica. Coge aire… - Pronuncias suspirando. Me incorporo, de pie delante de ti.
Con mi respiración agitada, y completamente cachonda. Y me besas, apasionadamente.

Con tu mano en mi mandíbula y la otra en mis glúteos aún rojos, y lo aprietas con
fuerza, con mucha fuerza contra tu cuerpo… Eso me gusta, pues, también me hace

sentir ese bulto escondido bajo tus pantalones… Una combinación de sentimientos,
emociones, un puñetero volcán en erupción está en cada parte de mi cuerpo, deseoso, de
su amo. De ti. Mi respiración sigue agitada. Te gusta. Ha sido un momento demasiado
intenso, demasiado lujurioso. Pero sé que esto, solo es principio. Lo que él no sabe, es
que es la primera vez, no solo en ser sumisa, sino en desearlo, en cada rincón de mí, y
él, tú, eres mi primer amo, todo lo que me haces es nuevo para mí, por muchas fantasías
que pude tener antes de conocerte, jamás pensé que fuera tan excitante, sentirlas…
Sentir y presenciar el poder que tienes sobre mí.
Nos miramos. Das unos pasos en donde antes se servían las copas, en aquella fiesta. Y
coges una botella y dos vasos.
-Bebe pajarito. – Dices extendiendo el vaso cerca de mí.
Te vuelves a sentar en ese sillón, mirándome de abajo arriba, viendo mis glúteos aún
rojos. Volteo mi mirada, y sin esperar me acerco a ti. Me siento encima de ti con las
piernas abiertas… Te miro y no lo dudo en besarte, tus labios, en besar y lamer tu
cuello, quiero excitarte más, mucho más, mis manos acarician tu abdomen, pues aún
tengo esas esposas en ellas, las dos, suben lentamente hacia tu pecho donde me paro, te
miro y empiezo abrirte botón a botón todos los de la camisa, hasta dejar tu cuerpo, a la
vista... Sigo acariciándote, pero ahora, mejor, pues siento tu piel, en el tacto de mis
yemas, mientras, aún estoy besándote el cuello, pero ahora voy bajando, muevo mis
piernas y voy deslizándome por tu cuerpo mientras beso tu pecho y tu abdomen. Al
llegar mis rodillas al suelo. Te miro.
-Quiero volver a comerte la polla Sr. lobo- mientras pronuncio mis palabras una sonrisa
se dibuja en mis labios. Mi mano empieza acariciarte suavemente ese bulto en tus
pantalones, tu polla.
Tu mirada… No haces nada, así que no espero a que me des permiso. No estoy
acostumbrada. Desabrocho yo ese cinturón, deslizándolo por todo el pantalón, lo tengo
en mi mano, lo doblo, y te lo dejo a un lado cerca de tus manos, por si lo deseas. Abro
ese botón, y saco tu miembro endurecido, lo deseo, lo deseo más que nunca.
Empiezo lamiéndote, pero esta vez, me esfuerzo más en esa mamada. Como si fuera la
primera vez. Con deseo, con ganas. Ya no quiero enloquecerte, quiero que sientas ese
volcán en erupción en tu polla… Adentro tu miembro duro y delicioso en mis labios,
poco a poco, despacio, lento, para que sientas cada movimiento, de mi boca, mis labios
rozar toda la longitud. Me la metí en la boca varias veces hasta su base. Intenté
adentrarla tan al fondo como pude, se pronunció una arcada, pero eso no me hace parar,
sigo, una y otra vez, de nuevo la saliva recorre tu miembro, puedo sentir tu miembro
endurecido, caliente, chorreando y te la limpio con varias lamidas, y succionando tu
polla, saboreándola, la humedad de mi entrepierna ya era demasiado, lo puedo sentir…
Estoy demasiada concentrada, que ni siquiera me he preguntado por tu mirada, pero
intuyó que me estás mirando, solo en pensarlo me hace excitarme más.
Y entonces lo sentí, grité con tu polla aún metida en mi boca.
En ese grito de placer, de dolor, me azotaste el culo aún rojizo con ese cinturón. Eso
hizo que me moviera y me estremeciera. Pare y te mire. Se podían ver unos hilillos entre
mi boca y tu polla…
Era de esperar, o te gusta o no. Esperar una orden es tan desesperante. Mi iniciativa, mis
ganas de ti, me pueden, soy tuya, y quiero que lo notes, no necesito una orden para
entregarme a ti, en cuerpo y alma.

-Date la vuelta pajarito. - Dices aún serio con tu mirada mas lasciva que pude
presenciar. Tus ojos marrones. Y esa mirada entre excitado y enfadado.
Arrodillada en aquel suelo, desnuda, con las manos atadas y el collar, me doy la vuelta,
arrastrándome, y las cadenas me siguen causando ese sonido estridente contra el parque
del suelo. Me vuelves azotar, y grito, me estás estremeciendo. ¿Cuál será mi castigo?
Solo puedo pensar en eso.
Entonces escucho como te levantas. Pones tu mano encima de mi cabeza. Te siento de
atrás de mí.
-Agáchate- Pronuncias en mi oído, con tu mano en mi cabeza dando presión, pero nada
más lejos de un susurro. Parecía mas un gruñido.
Esto me tiene nerviosa y asustada al mismo tiempo. Mis labios los vuelvo a
mordisquear con curiosidad. Con excitación. Obedezco sin pensarlo, pongo mi cabeza
en el suelo, dejando mi culo al aire. Entonces me azotas nuevamente, con ese cinturón.
Eso me enloquece, pero no tanto como me estremece un sonido. Son como canicas
jugando en tu mano. Rozas mi entrepierna y lo notas, puedes sentir lo mojada que estoy.
Tus dedos que placer. El sonido se detiene. Lo puedo sentir, como introduces algo frio,
dentro mi coño. ¿Qué es esto? Me, me gusta. No se si puedo pronunciar palabra, o si
mis palabras serian tartamudeos entre jadeos.
-Quiero que entiendas de una vez. Que yo pido y tu obedeces así de claro, pajarito. No
aras nada más, que lo que quiera que hagas. Estas bolas serán parte de tu castigo,
cuando terminemos yo mismo te las sacaré. Esto no es el chat, un lugar virtual donde
podías hacer lo que quisieras. Jugar con la imaginación y las fantasías. Ahora eres mía,
y are contigo lo que quiera, te quiero así, para mí, para mis deseos, mis perversiones, mi
lujuria. Te quiero como mi sumisa. ¿Entiendes? -Tus palabras me enloquecieron, me
asustaron, me excitaron. No entiendo lo que siento, jamás lo he sentido. Pero así lo
deseo.
Se me entrecorta la respiración. Porque me excitas tanto, no sé puede expresar, no hay
metáforas, no hay adjetivos que pueda expresar como me siento en este instante, pues
mi razón esta fuera de juego, por tus acciones, por tus palabras. Por como lo haces. En
definitiva. Ahora mismo ya no soy solo tu pajarito, soy tu esclava, tu perrita deseosa,
esperando tus órdenes.
Ahora entiendo mi lugar. Y me tienes a tus pies.

Valoración: 0 estrellas
0 votos

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios