A las afueras de un pueblo, un lugar habitado residía varios científicos en un pequeño laboratorio subterráneo. Intentaban crear un aparato que pudiese ver en aquello que uno piensa, sueña o imagina. Crearon un suero, y un prototipo utilizaban a gente sin recursos ni dinero al cual se expondrían a tal cosa. Murieron muchos por el camino. Hasta que aparecí yo. Una vagabunda, que no tiene nada, ni familia, ni dinero, ni ganas de seguir viviendo.
Me inyectaron un líquido, pero no sentí nada.
Al pasar dos horas. Me expusieron a la maquina en la cabeza y cables por todos lados y que me conectaban a mí. Atada en una silla, me introducen al suero en mi cuello. La cabeza empieza a dolerme, mi cuerpo no resiste. Pero entonces con mis ojos vendados y atada pude notar un aroma que me despertó en mi un recuerdo que ya tenía olvidada.
Oscar, un amigo de mi niñez, escuchaba como comentaban lo que yo recordaba, el bosque, el apareciendo y su mirada, su sonrisa. Y como llegaba y me saludaba con un choque de manos que solo nosotros sabíamos, pero aquel día un caballo nos asustó y terminamos tirándome a sus brazos, tan cerca. Entonces como los luches pronunciaban en la pantalla todo mi recuerdo, con imágenes de mi pasado, todos contentos porque funciono el experimento y yo seguía en bucle con aquel recuerdo, pude sentir lo mismo que aquel dia. Como si estuviera ahí.
Añadir comentario
Comentarios