Primera hora de la mañana, la multitud quieren entrar por la misma puerta, retumba el timbre por todos los pasillos. La profesora me pide que exponga el ejercicio que teníamos que hacer en casa. Me planto con mi papel, cojo el rotulador y empiezo a garabatear todas las equitaciones.
Las 08:15 am
Raúl como siempre llega tarde, su mirada se cruza con la mía después de nombrar su excusa o argumento. La profesora dice que termine el ejercicio el, así que alzo mi mano para daré el rotulador. Cuando el roza la mía, la sirena empezar a sonar, y el caos se devora, todos salen empujando Raúl cae encima de mí, parece que todo alboroto no existiera y solo estuviéramos el y yo, tan cerca que no puedo decir nada, ni pensar en nada.
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